Quién ha conocido una vendimia en La Mancha, entenderá
perfectamente estos versos, y quién nunca la ha conocido, podrá comprender que
hay cosas que aunque no queramos o incluso nunca lleguen a gustarnos del todo,
los recuerdos que se agolpan en torno a ellas las convierten en algo que
siempre recordará de una forma muy especial nuestra memoria. Son esas cosas o
esos momentos que sin darnos cuentan forman un lazo de unión, tradición y
encuentro.
LA VENDIMIA
Se oye un caldero al fondo,
Que menea el medio día,
Al compas de una cuadrilla,
Que vendimia allá en la viña.
Un tractor anda crujiendo,
Su perfecta maquinaria,
Lleva el paso más ligero,
Que las mulas que antes usaba.
Los aperos de labranza,
Con el tiempo han cambiado,
Los carros de lanza pasaron,
Y en el recuerdo quedaron.
Es esa época del año,
En la que se paraba el tiempo,
Y ese olor a vendimia,
Ocupa cada recuerdo.
En esos días se cosecha,
El trabajo hecho un año,
Y aún le falta madurar,
En la barrica otro tanto.
Un trabajo artesanal,
Que funciona de año en año,
Recogiendo todo el fruto,
Que han criado esos campos.
A veces más que un trabajo,
Se convierte en una escusa,
Para juntar a esa gente,
Que de año en año se disfruta.
Y puedes ver a la solana,
A toda una gran familia,
Que disfruta de un “mojete”,
Mientras recuerda otras vidas.
Contando padres a hijos,
Escuchando hijos y nietos,
Los recuerdos de otros tiempos,
Mientras descansan el cuerpo.
Dicen que no había remolque,
Que con mulas se tiraba,
Que las mujeres recogían,
Mientras los hombres hacían la "carga".
Que comían “mojete” y gachas,
Que bebían del botijo,
Y caminaban a la viña,
Cantando jotas por el camino.
Ahora todo ha cambiado,
Ahora todo es más fácil,
Pero aún se conserva la esencia,
De todos volver a juntarse.
Según va acabando el día,
El cansancio va pesando,
Hasta que llega el momento,
De marcar el “corte” dejado.
Para que al día siguiente,
Todos puedan recordar,
Donde quedó ese “corte”,
Para volver a empezar.
Quizás se empiece mañana,
O el fin de semana que
viene,
Porque la vendimia ya no para,
La vida de tanta gente.
Y en la interminable llanura,
Al caer la tarde los tractores,
Acaban rompiendo el silencio,
Con el ruido de sus motores.
Llevando el trabajo del día,
A guardar a una bodega,
Cerrando el ciclo de la vida,
En la cosecha que almacenan.
Cerrando también la campaña
Y el encuentro con la familia,
Hasta que llegue el año que viene,
Y todos vuelvan a esa viña.